Ella, al otro lado del móvil, me dice que acaba de abrir una ventana y ve palmeras mientras espera a alguien.
Antes las palmeras me resultaban exóticas. Con sus penachos verdes y sus frutos dulces me hablaban de desiertos, caravanas y oasis. Ahora son árboles que detesto.
Las palmeras son margaritas gigantescas de imposibles pétalos. Un error de la naturaleza.
Antes las palmeras me resultaban exóticas. Con sus penachos verdes y sus frutos dulces me hablaban de desiertos, caravanas y oasis. Ahora son árboles que detesto.
Las palmeras son margaritas gigantescas de imposibles pétalos. Un error de la naturaleza.
3 comentarios:
Si cuando citas a una poeta pones comillas y el nombre, ¿es tuyo todo lo demás? Sí que habías aprendido lo que sabías, sí. Y sí que que era hora de volver.
Y sí que nos has dado un palco para oírte a diario. A cambio, sostengo lo que digas y aunque sea yo tan de desierto, mientras te sean un signo contrario declaro ilegales y prohibidos los dátiles, así como la sombra de las palmeras, y que será mejor hacérsela uno mismo, la sombra, con las manos.
Que sea aceptable el día (o hermoso).
Haces cosas hermosas.
Un beso.
Gracias a los dos por leer estas palabras que me gusta amontonar para intentar explicarme.
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