Conocí a una mujer que amaba los geranios y que se sentaba en el alféizar a contar estrellas. Un día me habló de sus sábanas de algodón color arena, ese día la perdí.
Tú no puedes perder a nadie, ya sabes. Cualquier mujer que se pierda las manos con que escribes perderá esas manos y te perderá a ti. Aunque haga falta tiempo para entenderlo.
¿Te acuerdas? "Yo que creía, que te perdía a ti, ahora ya lo entiendo, tú me perdiste a mí".
Pero sigue con el dolor que sea soportable porque te saltan chispas de luz que otros aprovechamos.
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Tú no puedes perder a nadie, ya sabes. Cualquier mujer que se pierda las manos con que escribes perderá esas manos y te perderá a ti. Aunque haga falta tiempo para entenderlo.
¿Te acuerdas?
"Yo que creía, que te perdía a ti, ahora ya lo entiendo, tú me perdiste a mí".
Pero sigue con el dolor que sea soportable porque te saltan chispas de luz que otros aprovechamos.
Ya sabes, un abrazo. (qué bien, qué bien).
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