miércoles, 3 de enero de 2007

Poliédrica y opaca

Poliédrica y opaca te apareces,
desconocida aún
de la que entonces fuiste,
y juegas a mostrarme en mapas inconclusos
rutas equivocadas,
éxodos sin retorno.
Intento reencontrarte,
tanteo torpemente, a ciegas, tu equipaje
y te oculto
todo lo que quisiera saber y desconozco.
La soledad impone extraños compañeros de viaje.

3 comentarios:

NáN dijo...

no entender no significa no apreciar.
Pero ¿no falta algo ahí arriba, algo que hubo? ¿Que vi en los escasos minutos en que debió estar?

westerlia dijo...

Sí falta, sí. Era un fragmento de la peli El lado oscuro del corazón sacado de Youtube.

Hoy el día está gris y muy frío. Por fin parece invierno. Me acercaré a ver el mar.

Te dejo uno de mis subrayados favoritos y te deseo un hermoso día de invierno como el mío.

"Pasa el amor y deja
sus huellas, es verdad; pero te juro
que también hay nostalgia de uno mismo,
necesidad de abrirse hasta una imagen
más piadosa del mundo."
García Montero

NáN dijo...

Te perdiste en ese día hermoso de invierno. Por la fecha del escrito, sé que estuve un rato solo en la barra de un bar, tomé dos pequeños vasitos y escribí esta pequeña poética (poco piadosa). Ha pasado solo por una sesión de taller, así que a lo mejor cambia algo en el futuro. Pero por todas las poéticas que intercambiábamos, te la dejo aquí a ver si te animas a seguir con las entradas (o con lo que sea, que sea bueno para ti).

Poetiquita
Ser poeta es como ser alto o gordo,
o tener un defecto de la vista,
como ser del Atleti
de cualquier ciudad
(equipos perfectamente prescindibles
pero necesarios para los emparejamientos).
Lo que es ser, es ser rentista,
o carpintero
(un oficio espléndido
para hijos de dios
que sepan jubilarse
al cumplir los treinta y dos).
Hay mil oficios serios
para cobrar por meses, por semanas,
para morirse de hambre día a día.
No te mueres, ni te vives, por poeta:
te reflejas en espejos más distantes
cada vez, te quedas lejos
escribiendo hermosas cartas
con las que se enamoran de ti
hasta el día que te conocen.
Cuentas sílabas, para estar despierto,
como otros ovejas para dormirse.
No hay mejor rasgo de carácter
para quedarte solo y sordo
a cada rato que pasa.
Por eso es tan recomendado, como oficio,
en las tertulias de las tintorerías;
de las pocas que van quedando.