viernes, 26 de enero de 2007

En la librería

Los ojos se deslizan
acarician los títulos
los nombres
hay que enjaular las manos
ocuparlas
y me toco el cabello
me acomodo las gafas
y sigo deslizando
estos ojos hambrientos
sin ceder
y me venzo.
Luego
el sol
las aceras
las mujeres que pasan
o esperan en semáforos
como libros cerrados.
Pronto va a hacer un año.

2 comentarios:

NáN dijo...

Posiblemente visitar librerías sea la actividad que más ansiedad me produce, donde más claramente veo que el tiempo no da, ya no da. Por eso no suelo entrar en ellas salvo que sean de viejo (es otra Historia) o en Fuentetaja, donde ver libros es una actividad que arropo hablando con Ignacio o con Amelia de mil cosas (incluyendo de libros que parece que no estén allí, sino en otra parte).

Y luego, ahora que soy un casi viejo arcoírico, que no verde, trato de ver como libros entreabiertos a las mujeres, los hombres, los perros. A la luz del sol, claro.

Por eso creo entender bien tu entrada.

¡Ah!, y veinte años no son nada, pero va a hacer un año es mucho más de lo que se necesita para acariciar los nombres y los títulos.

Sé fuerte.

westerlia dijo...

Solíamos ir a la Documenta, también a Discos Castelló. A la Documenta volví ayer, no compré nada. A Discos Castelló aún no he vuelto.
Así que después de entrar y mirar los libros caminé bajo el sol y el frío y luego escribí porque pronto va a hacer un año. Casi es febrero ya.
Sin ella me siento como una extraña en esta ciudad. Es como si me rechazaran los lugares que un día hicimos nuestros.
¡Pero
me queda la Laie!
A ella nunca le gustó.