miércoles, 14 de febrero de 2007
No te confundas conmigo
Yo te dije:
me acerco al amor para licuar la soledad.
Nada más.
No me confundas en tus recuerdos.
Soy y seré compañero de mi niebla.
El péndulo y su eco.
Nada más.
El amor sólo cumple la misión del instante.
Una vez su ejercicio,
esta ausencia, nada más.
No me reclames seguir otros caminos.
No puedo con senderos tan poblados de tiempo.
La soledad me necesita
y yo al amor para poder retenerla.
No te puedo seguir.
A nadie puedo seguir.
Acepté.
Mi dolor es un látigo
que se suaviza en hilos
para tejer el descanso.
Soy convicto.
Yo apresé, condené,
construí la cárcel
y la sigo construyendo.
Cada noche me asomo a distintas rejas
y amanezco, eso sí, con las mismas cadenas.
Ningún condenado me acompaña.
No converso con nadie.
A nadie robo lo que no se come.
A nadie cuento mis hazañas.
Soy y seré compañero de mi niebla.
No te confundas conmigo.
Amo sólo lo que de soledad me dará el amor.
Nada más.
No te confundas conmigo.
Soy de la soledad
y me debo como idólatra
a su eterna exigencia:
buscar amor para llenar
su enorme e inextinguible vientre.
Por eso no me duelen las ausencias.
Jorge Charpentier
me acerco al amor para licuar la soledad.
Nada más.
No me confundas en tus recuerdos.
Soy y seré compañero de mi niebla.
El péndulo y su eco.
Nada más.
El amor sólo cumple la misión del instante.
Una vez su ejercicio,
esta ausencia, nada más.
No me reclames seguir otros caminos.
No puedo con senderos tan poblados de tiempo.
La soledad me necesita
y yo al amor para poder retenerla.
No te puedo seguir.
A nadie puedo seguir.
Acepté.
Mi dolor es un látigo
que se suaviza en hilos
para tejer el descanso.
Soy convicto.
Yo apresé, condené,
construí la cárcel
y la sigo construyendo.
Cada noche me asomo a distintas rejas
y amanezco, eso sí, con las mismas cadenas.
Ningún condenado me acompaña.
No converso con nadie.
A nadie robo lo que no se come.
A nadie cuento mis hazañas.
Soy y seré compañero de mi niebla.
No te confundas conmigo.
Amo sólo lo que de soledad me dará el amor.
Nada más.
No te confundas conmigo.
Soy de la soledad
y me debo como idólatra
a su eterna exigencia:
buscar amor para llenar
su enorme e inextinguible vientre.
Por eso no me duelen las ausencias.
Jorge Charpentier
Ne me quitte pas
Laisse-moi devenir
L'ombre de ton ombre
L'ombre de ta main
L'ombre de ton chien
Ne me quitte pas
Ne me quitte pas
Ne me quitte pas
Ne me quitte pas
El extranjero
Tú eres Aquiles, el hermoso perdedor,
el de la espada de hierro,
el de la radiante cabeza coronada,
el mejor.
La verdad que sí,
¡Oh dioses inmortales!
que eres realmente bello.
Y no me extraña en absoluto
que Helena perdiera el aliento
y su peplo de seda,
al verse frente a ti
arrojadas al mar sus sandalias de cuero.
Yo soy Tersites, el guerrero aplastado por tu brazo
y el peso brutal de tus caballos.
Yo soy el que te ama
en medio del fragor de las batallas,
mordido y ensangrentado por tus perros.
Elsa López
el de la espada de hierro,
el de la radiante cabeza coronada,
el mejor.
La verdad que sí,
¡Oh dioses inmortales!
que eres realmente bello.
Y no me extraña en absoluto
que Helena perdiera el aliento
y su peplo de seda,
al verse frente a ti
arrojadas al mar sus sandalias de cuero.
Yo soy Tersites, el guerrero aplastado por tu brazo
y el peso brutal de tus caballos.
Yo soy el que te ama
en medio del fragor de las batallas,
mordido y ensangrentado por tus perros.
Elsa López
domingo, 11 de febrero de 2007
Charla y cafés
“Cuillez dès aujourd'hui les roses de la vie" Ronsard
¿En qué momento de nuestra niñez se nos enseñó a pensar en el futuro? Hubo un tiempo en el que tú y yo y todas sólo éramos conscientes del presente. ¿Cuándo perdimos eso? Es curioso cómo se mitifica la niñez. El recuerdo real se desvanece y aparece otra niñez creada por las adultas que hoy somos. ¿Cómo éramos entonces? ¿Cómo éramos realmente?
A solas
¿Desde qué soledad llegaste a mí? Es una pregunta que no pide respuesta, un arrebato. No me hagas mucho caso, a veces digo cosas sin sentido. ¿De dónde saliste? Yo era del silencio y llegaste tú. ¿De dónde? ¿De dónde con tu cargamento de palabras inusuales?
Actrices
Olvidadla. Es una mujer perdida, hermosa, disfrutadora y “hetero” para desgracia de nuestro imaginario.
Funámbulas y fumadoras
Mata más la desilusión, los sueños incumplidos, que todo el tabaco del mundo. Admiro a los que se rebelan. Cada cual tiene sus héroes, para mí son los que saltan la línea. Algo que yo no haré jamás. Te gustará Malraux. Los conquistadores es saltar la línea por saltar la línea, la acción por la acción. ¿Cómo se llama la pértiga que usan los funambulistas para equilibrarse? ¿Qué nombre tiene? ¿Sabéis que las hay con más o menos truco? Unas están muy dobladas, otras casi no están dobladas, las dobladas tienen truco, proporcionan más equilibrio por una cuestión de desplazamiento del punto de gravedad. ¿En serio? Se me acaba de ocurrir un paralelismo terrible, los que aceptan mejor las normas, los que ven natural ese doblegarse, están más equilibrados, no piensan ni en la altura ni en lo mínimo que es el hilo sobre el que caminan. No tienen miedo. No caen. ¿Cómo se llama la barra que usan los equilibristas? Necesito saberlo, camino sobre una tensa cuerda de violín. Pásame el encendedor.
sábado, 10 de febrero de 2007
jueves, 8 de febrero de 2007
Descansa
Posiblemente eras demasiado sensible, demasiado contenida, demasiado condescendiente con los demás, demasiado frágil. Y el mundo está hecho para los que quiebran el silencio con estruendosas carcajadas, para los que empujan en los vagones de metro, para los que cogen las cosas a puñados, para los que pisan al contrario cuando están cerca de la meta.
Echaré de menos tu sonrisa. La luminosidad que había en tu cara. Yo, que sólo supe de ti por la televisión y las revistas de papel couché, te lloro.
Echaré de menos tu sonrisa. La luminosidad que había en tu cara. Yo, que sólo supe de ti por la televisión y las revistas de papel couché, te lloro.
miércoles, 7 de febrero de 2007
A petición de Nán
Manoa
No vi a Manoa, no hallé sus torres en el aire,
ningún indicio de sus piedras.
Seguí el cortejo de sombras ilusorias
que dibujan sus mapas.
Crucé el río de los tigres
y el hervor del silencio en los pantanos.
Nada vi parecido a Manoa
ni a su leyenda.
Anduve absorto detrás del arco iris
que se curva hacia el sur y no se alcanza.
Manoa no estaba allí, quedaba a leguas de esos mundos,
-siempre más lejos.
Ya fatigado de buscarla me detengo,
¿qué me importa el hallazgo de sus torres?
Manoa no fue cantada como Troya
ni cayó en sitio
ni grabó sus paredes con hexámetros.
Manoa no es un lugar
sino un sentimiento.
A veces es un rostro, un paisaje, una calle
su sol de pronto resplandece.
Toda mujer que amamos se vuelve Manoa
sin darnos cuenta.
Manoa es la otra luz del horizonte,
quien sueña puede divisarla, va en camino,
pero quien ama ya llegó, ya vive en ella.
Montejo
No vi a Manoa, no hallé sus torres en el aire,
ningún indicio de sus piedras.
Seguí el cortejo de sombras ilusorias
que dibujan sus mapas.
Crucé el río de los tigres
y el hervor del silencio en los pantanos.
Nada vi parecido a Manoa
ni a su leyenda.
Anduve absorto detrás del arco iris
que se curva hacia el sur y no se alcanza.
Manoa no estaba allí, quedaba a leguas de esos mundos,
-siempre más lejos.
Ya fatigado de buscarla me detengo,
¿qué me importa el hallazgo de sus torres?
Manoa no fue cantada como Troya
ni cayó en sitio
ni grabó sus paredes con hexámetros.
Manoa no es un lugar
sino un sentimiento.
A veces es un rostro, un paisaje, una calle
su sol de pronto resplandece.
Toda mujer que amamos se vuelve Manoa
sin darnos cuenta.
Manoa es la otra luz del horizonte,
quien sueña puede divisarla, va en camino,
pero quien ama ya llegó, ya vive en ella.
Montejo
martes, 6 de febrero de 2007
Freud y Montejo
“Empiezo a creer que todo acto sexual es un proceso en el que participan cuatro personas.”
Freud
Freud
.
Cuántas veces, a tientas, en la noche,
sueñan dos cuerpos fundirse en uno solo
sin saber que al final son tres o cuatro.
Ocurre siempre antes del desnudo de la carne
y su ávido misterio:
de pronto un ojo extraño se abre en las almohadas,
cruzan labios volando por la niebla,
surgen intempestivas voces
de olvidados amantes.
Los espejos protegen a esos duendes
interpuestos en los jadeos
y los susurros.
Nada delata en las alcobas
sus crueles usurpaciones sentimentales.
Solamente la luna
sabe qué manos verdaderas se acarician,
qué rostros ríen detrás de las máscaras
y quiénes envueltos en la sombra
con pasos furtivos se reencuentran.
Solamente la luna que es redonda,
lenitiva y amarga.
Montejo
sueñan dos cuerpos fundirse en uno solo
sin saber que al final son tres o cuatro.
Ocurre siempre antes del desnudo de la carne
y su ávido misterio:
de pronto un ojo extraño se abre en las almohadas,
cruzan labios volando por la niebla,
surgen intempestivas voces
de olvidados amantes.
Los espejos protegen a esos duendes
interpuestos en los jadeos
y los susurros.
Nada delata en las alcobas
sus crueles usurpaciones sentimentales.
Solamente la luna
sabe qué manos verdaderas se acarician,
qué rostros ríen detrás de las máscaras
y quiénes envueltos en la sombra
con pasos furtivos se reencuentran.
Solamente la luna que es redonda,
lenitiva y amarga.
Montejo
domingo, 4 de febrero de 2007
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